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Existe un universo infinito de configuraciones espaciales y formales para el tópico refugio-cueva que, paradójicamente, ha evolucionado muy poco. Esto llevó a una idea de inocencia programática y formal, donde usuario y arquitecto ya no forman parte de una negociación sujeta a tensiones y contracciones. El proceso se inició al contraponer la ignorancia consciente de ambas partes, sin someter a juicio la elección del valor estético-programático de otros espacios.

El proyecto “caja de posibilidades” partió de la identificación de verbos para acciones “deseables” dentro de ese espacio limitado. Entonces se decidió cuantificar en lapsos espaciales las acciones a realizar, instaurando “módulos mínimos de estructura” (MME), de 30 x 30 x 30cm, con los cuales generar una lectura tridimensional, una tabla de medición con un formato legible hacia las dos artes (arquitecto-cliente). Estas acciones así cuantificadas permiten materializar otros deseos dentro de una superficie practicable. Aún no existe la necesidad de representar esta caja, sólo se configuran ideas (espacio difuso, ilimitado, multifuncional, in-acabado, in-determinado).

Dentro de la caja se requiere de una constante re-programación. Así, el mobiliario se convierte en una serie de artículos modulados (sistema de MME) y objetos multifuncionales. El proceso de diseño subdivide este interior en variables de dos especies (espacios-objeto dentro de una caja que es, a su vez, objeto) que intervienen en su posible reconfiguración, con lo cual la ejecución de la caja se produce desde una óptica ajena a la profesionalización y cada día se de-generan nuevas estrategias de uso|construcción.

Fotografías por Diego Torres

Lugar: León, Guanajuato, México.

Fecha: 2002

Área construcción: 180m2